La vida en Bal Mandir es dura para todos los niñ@s pero unos tienen más suerte que otros. Acabo de recibir la noticia de que Panche (el pequeño Buda le llamaba yo) "ya no estará más entre nosotros", según las palabras de nuestra huérfana voluntaria y amiga Kalpana.
Aquellos que tenéis nuestro calendario sabréis de quien os hablo si miráis la foto del mes en el que nos encontramos, Junio. Él es el pequeño de la izquierda que junto a dos amigos mira el mundo con una sonrisa. Siempre sonreía, como en la imagen que tomé en 2010 y que comparto aquí.
Panche tenía problemas de crecimiento, era minúsculo, sin embargo eras tú el que se sentías pequeño cuando conseguías fijar la mirada en sus ojos.
En mi última estancia en Bal Mandir presencié una escena especialmente divertida, entrañable y mágica. Panche conversaba con Trilochana y ambos se reían con todas sus fuerzas. En un momento dado se pusieron de pie y decidieron jugar al trenecito, Trilo de locomotora y Panche agarrado a su cintura recorrían uno de los patios de Bal Mandir. La escena no tendría mayor interés si no fuera porque Trilochana, además de una pequeña inquieta y traviesa, también es una persona ciega. Y de este modo, lanzándose al abismo que en ese momento debía ser para ella el patio del orfanato, erguida, firme y confiada "conducía" ese tren que les llevaba a ella y a Panche por la vida. En ese momento no pude más que mirar y admirar la sonrisa maravillosa de Panche agarrado a la cintura de su amiga y asomándose a cada paso para evitar obstáculos.
Pues hoy me has descargado un poquito de esa pena que cargas. Besos.
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